Antonio Guerrero Aguilar/ Cronista de Santa Catarina
Son raros los
testimonios visuales correspondientes al siglo XIX. Muchas cosas que conocemos
a través de las fotografías proceden en la mayoría de los casos de informes y
notas oficiales o de recuerdos particulares. A veces el pintor se atreve a
recrear el pasado a partir de la información que posee. Pero hay pintores de la
época, anónimos que dejan testimonios de lo que vieron. Es el caso de Francisco
García Treviño, quien mandó pintarse en 1883 sobre un caballo de color singular, ataviado
en traje charro, mirando al sur y en los alrededores de izquierda a derecha,
vemos casas, esquinas, algunos paseantes. Una construcción con ventanas en
forma de arcos, probablemente la casa consistorial o palacio municipal y al
extremo un portón que a mi juicio es el templo de Santa Catarina. Vemos en la
montaña el agujero conocido como de la Ventana. En un censo de 1886 aparece un
Francisco García Treviño, viudo de 69 años. Y en informes anteriores aparece
casado con Hilaria Flores, de oficio carrero (sic), seguramente dedicado a la
arriería. En un lugar abierto, más bien una explanada, la plaza de armas porque
en ella pasaban revista de armas a los vecinos, luego de la Constitución de
Cádiz promulgada en 1812. Una comisión dispuso una manzana completa para la
plaza. No cabe duda que el pasado es un país extranjero, en el ocurren las
cosas de una manera diferente.
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